La educación de nuestros hijos nos preocupa y es que, al final, por encima de todo ¿qué es lo que queremos los padres? Que sean felices.
A veces, por un exceso de preocupación, acabamos sobreprotegiéndolos y hacemos de ellos niños -que luego serán adultos- dependientes.
Frecuentemente los padres nos anticipamos a las acciones de nuestros peques porque pensamos que aún no tienen la capacidad de hacerlas ellos solos, por miedo a que se hagan daño o simplemente por comodidad nuestra o por una cuestión de prisa.
Resulta evidente que dependen de los adultos para una infinidad de cosas, pero debemos aprender a desarrollar cierta autonomía en la medida de las capacidades de cada niño. Educarlos hacia la independencia es potenciar su autoestima y confianza, ya que aprenden a desarrollar sus habilidades y responsabilidad, además de ver que los adultos confían en ellos.
A partir del año y medio -algunos incluso a partir del año-, los niños están preparados para mostrar sus primeros signos de autonomía.
Aquí os dejamos 4 puntos claves para fomentar su autonomía en el día a día.